Soneto IX
Al golpe de la ola contra la piedra indócil
la claridad estalla y establece su rosa
y el círculo del mar se reduce a un racimo,
a una sola gota de sal azul que cae.
Oh radiante magnolia desatada en la espuma,
magnética viajera cuya muerte florece
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada:
sal rota, deslumbrante movimiento marino.
Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio,
mientras destruye el mar sus constantes estatuas
y derrumba sus torres de arrebato y blancura,
porque en la trama de estos tejidos invisibles
del agua desbocada, de la incesante arena,
sostenemos la única y acosada ternura.
Al golpe de la ola contra la piedra indócil
la claridad estalla y establece su rosa
y el círculo del mar se reduce a un racimo,
a una sola gota de sal azul que cae.
Oh radiante magnolia desatada en la espuma,
magnética viajera cuya muerte florece
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada:
sal rota, deslumbrante movimiento marino.
Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio,
mientras destruye el mar sus constantes estatuas
y derrumba sus torres de arrebato y blancura,
porque en la trama de estos tejidos invisibles
del agua desbocada, de la incesante arena,
sostenemos la única y acosada ternura.
In the wave-strike over
unquiet stones
the
brightness bursts and bears the rose
and the
ring of water contracts to a cluster
to one
drop of azure brine that falls.
O
magnolia radiance breaking in spume,
magnetic
voyager whose death flowers
and
returns, eternal, to being and nothingness:
shattered
brine, dazzling leap of the ocean.
Merged,
you and I, my love, seal the silence
while the
sea destroys its continual forms,
collapses
its turrets of wildness and whiteness,
because
in the weft of those unseen garments
of
headlong water, and perpetual sand,
we bear
the sole, relentless tenderness.